NO HAY SALVACIÓN, PUES NO HAY NADA DE QUÉ SER SALVADOS.

sunset-2754909_1920

Texto de Matías de Stefano (http://www.harwitum.org/contenidos/2014/08/16/Editorial_2908.php)

«Muchas veces en este mundo, nos sentimos abandonados, olvidados por la Divinidad, pero esta perspectiva la poseemos sólo por el hecho de no poder reconocernos parte de la misma. Cuando comenzamos a comprender que la Divinidad está en el interior, que somos cocreadores, que Dios está afuera y dentro de cada ser, célula y átomo, comenzamos a aprender que no hay a dónde ir, pues siempre has estado donde debías estar, pues en el interior está el origen de todo, y la desconexión y el desamparo del mismo, no son más que la triste realidad de que nos hemos olvidado de nosotros mismos, nos hemos abandonado y desperanzado de nuestra propia realidad y ser.

En el objetivo universal de aprender y experimentar, creamos tantas facetas y rostros diferentes, que creemos poder abarcarlo todo, y sin embargo, luego nos damos cuenta de que la contemplación se convierte en confusión, en desesperación, agobio, y olvidamos que dichos rostros, no son más que los propios, y allí, en la batalla de reconocernos, nos desamparamos y abandonamos, esperando la Salvación… pero nos hemos confundido y enredado tanto en nuestros propios nudos, que culpamos a las formas, y las condenamos, creyendo que nos atan al mundo, y esas voces que nos hablan desde otras dimensiones, empiezan a resonar como ecos confusos, que nos asustan y aturden, cuando sólo nos quieren guiar hacia la salida.»

«La Salvación, pues, es de nosotros mismos, y hemos creado monstruos en el exterior, para desresponsabilizarnos del deber de reconocer que nosotros los hemos puesto allí y que sólo nosotros en el interior sabremos cómo salir.»

NUESTRO MIEDO MAS PROFUNDO

mandala-2712538_1920

Nuestro miedo más profundo no es no ser capaces.
Nuestro miedo más profundo es que somos enormemente poderosos.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos asusta.
Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, atractivo, talentoso y fabuloso?
Más bien, la pregunta es: ¿Quién eres tú para no serlo? Eres un niño de Dios.

El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.
No hay nada de iluminador en encogerse para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.
Estamos predestinados a brillar, como los niños lo hacen.
Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está dentro de nosotros.
No está solo en algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.
Y cuando dejamos que nuestra luz brille, inconscientemente permitimos que otros hagan lo mismo.
Al liberarnos de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.

Marianne Williamson